30 julio 2006

PICO VELETA





















PICO VELETA

De nuevo nos acercamos hoy hasta la zona conocida como la de los Albergues-Hoya de la Mora (a 2.500 m. de altitud ) para atacar el tercer pico más alto de la Península Ibérica; el Veleta que con sus 3.394 m. y con permiso expreso de su vecino de morada el Mulhacén, también en nuestra Sierra Nevada, y el del Aneto, allá por los Pirineos, y que hoy estaba, como siempre, tan cerca pero tan alto (como es de mandato obligado, así , por la ley de la montaña).
Esta vez me acompañan Miguel Angel y Jesús, el mediano y el pequeño de esta casa, ya que Nieves andaba más resfriada que el Puntal del Goterón, allá por la última luna de marzo.
Son las 8:10 de la mañana cuando nada más bajarnos del coche y comenzamos la caminata, el termómetro marcaba ya los 19º, cuando nos tememos lo evidente, que el calor nos acompañaría durante toda la mañana. Menos mal que el viento, que reinaba hoy por estas altitudes hizo que aflojara un poco la cuerda y no nos llevara a “sus aguas”, esas tan anchas como la mochila y que comienzan allá por donde las espaldas se te empapan.
Emprendemos la marcha con dirección SE, ya todo cuesta arriba y con la mirada puesta en la cara Norte del Veleta, porque parecía que allí andaría la meta más fresca.
La subida debe de tomarse con mucha calma ya que su duración (aproximadamente de unas dos horas y cuarto, a dos horas y media), y sobre todo en su tramo final, se hace especialmente dura por la falta de oxígeno añadida y debido a la altura que vamos ganando milímetro a milímetro.
La ruta nos presenta ninguna dificultad técnica, pero sí exige un gran esfuerzo físico que debemos de tener preparado, incluso sacarnos de la manga esas pilas alcalinas que duran y duran y duran tanto como el conejo aquel del anuncio y que aún cuentan que no está ni prejubilado...
El itinerario está muy bien marcado, ya que la senda, ahora sin nieve, no hay nadie que diga que no la ve, aunque se estuviera haciendo el borracho.
Dejando atrás el Monumento a la Virgen de las Nieves y las inmediaciones del Mojón de Trigo (antiguo observatorio), atravesamos el Ventisquero de Cauchiles, cruzando en innumerables ocasiones la carretera asfaltada. Esta misma cuerda nos lleva a las Posiciones del Veleta en donde existen unas ruinas de edificaciones, un pluviómetro y unas magníficas vistas de la cara Norte el Veleta y de sus Corrales. Pasadas dichas posiciones llegamos a un mirador con impresionantes vistas del Corral del Veleta, punto exacto en donde comienza el famoso “Veredón”, que arrancando del Corral del Veleta lleva hacia la Laguna de la Mosca, bajo la cara Norte del Mulhacén.
Continuamos la marcha, dejando estos tajos a nuestra izquierda, y un poco antes de un cruce de carreteras (aunque en realidad son ya dos pistas de tierra) remontamos, para trochar un poco más si cabe, por la vereda que pasa cerca de la última caseta de cabecera de pista de este último remonte existente. La vereda, ahora en su tramo final, el más pesado de todos, nos sirve la cumbre del Veleta en bandeja de plata pero con la lengua fuera y dándole esos sorbos al aire que te llenan los pulmones exhaustos y que tras una paradita que otra, cada diez minutos o lo que hiciera falta, te reaniman de inmediato.
Coronamos la cumbre del Veleta, sobre las 10:20 h., a 3.394 m. y observando como un enjambre de antenas y una pequeña construcción la afean los más grande. El viento de nuevo es insoportable y el vértice geodésico nos sirve de amarre porque si no, al Corral del Veleta hubiésemos ido todos a parar y a por el aire...
En este lugar casi se pueden tocar las nubes, y el color azul es tan puro como el silencio que nos habla... Las vistas también son impresionantes y el dominio sobre todas las altas cumbres de Sierra Nevada son como nuestros acompañantes y nos agrandan los ojos dejándonoslos como platos. Destacamos esa cara Norte del Veleta de la que ya avistamos más abajo con su Corral del mismo nombre pero que ahora miramos de arriba hacia abajo, y en donde existen ventisqueros de nieve perpetua; restos de lo que fue un impresionante glaciar allá por el Cuaternario. Observamos también el majestuoso barranco del río Guarnón que arranca desde este Corralón, para, más adelante, obsequiarle sus aguas al Genil. Como telón de fondo divisamos también la Loma del Calvario.
Su cara sur, más suave y menos agreste y cortante, nos ofrece la postal en panorámica del Tajo de los Machos, Los Raspones de Río Seco, el Mulhacén y la majestuosa Alcazaba al fondo.
Por este lado Sur, conocido como “manto”, es por donde descendemos con dirección al Refugio de la Carihuela. Abajo vemos la Laguna de Aguas Verdes, de frente los impresionantes Tajos de la Virgen, el Refugio de Elorrieta, más allá y a la derecha, el Tozal del Cartujo, Tajos Altos y el Cerro del Caballo.
Un poco antes de la primeras crestas de estos Tajos de la Virgen, tomamos una vereda a la derecha y que desciende en picado (sólo nos faltaban las alas para comprobarlo) y que asegurando y asegurando cada pisada, porque las lajas se iban cuesta abajo, nos deposita en los Lagunillos de la Virgen. Hoy aquí, los borreguiles estaban más verdes que nunca, si cabe más sobre este color de la esperanza, y en donde sus pastos, que habían sido tomados por el ganado vacuno, permanecen casi todo el año húmedos. También avistamos durante el recorrido, y como viene siendo ya tan habitual, una manada de cabras montesas. En cuanto a la flora destacar la Estrella de las Nieves (Plantago nivalis), La Dedalera (Digitalis purpúrea), el Diente de Perro (Arenaria pungens clemente), el Alfilerillo de Sierra Nevada (Erodium petraeum) cuya flor consta de cinco pétalos blancos aunque dos de ellos tienen una mancha negruzca en su base. Sus frutos son alargados y terminan en pico, al caer en la tierra se clavan en ella girando lentamente y de ahí su nombre, por lo que también son llamados "relojes"; y ese Tomillo de Sierra Nevada (Thymus serpylloides) con su característico color rosa de sus flores.
De aquí bajamos a la Laguna de las Yeguas, hoy con un color azul intenso, tirando a esa copia exacta del cielo. Seguimos la caminata, deleitándonos primero con los borreguiles donde nace el río Dílar, para coronar después el Collado de las Yeguas. A nuestra izquierda queda el “champiñón o sartenón” del blanco Observatorio. Atravesando las pistas diagonalmente, pasando por debajo de algunos remontes, dejamos atrás las estación de Borreguiles. Ya vemos a lo lejos el coche estacionado allá en la zona de los Albergues y se nos hacen los pies agua, mientras el último esfuerzo es ya de arrastre. De nuevo el viento arrecia en esta zona de Cauchiles. Una vez más pasamos por debajo del Monumento a la Virgen de las Nieves, dejamos atrás y a nuestra derecha el antiguo Observatorio del Mojón de Trigo, observando que ha sido tomado por una multitud de domingueros y muchísimos extranjeros que deambulan por las inmediaciones del aparcamiento.
Punto y final de esta preciosa marcha mañanera y de nuevo por Sierra Nevada. El coche, pues que nos supo a bañera de hidromasaje. Porque calentito estaba, si que estaba caliente y justo en la “posición de verano”, que ya no nos acordábamos.... Como prueba, esos 24º, a las 13 horas, a las afueras claro, y justo a la hora de embarcar para casa.
Como siempre dejo algunas fotos para el recuerdo y esperanza de poderla realizar en otras tantas ocasiones (sería buena seña de que las piernas aún tanto funcionan como andan). Pero de momento, con la mente puesta en el próximo sábado, 5 de agosto, para coronar el Mulhacén, en el día de la Patrona. Hasta la próxima y como siempre si d.q. y las piernas nos acompañan.
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-Itinerario: Granada, Km.35,5 de la Carretera de Sierra Nevada en vehículo. Albergues, Virgen de las Nieves, Cauchiles, Posiciones del Veleta, Pico del Veleta - Lagunillos de la Virgen, Laguna de las Yeguas, Boreguiles, Cauchiles , Albergues.
-Número de participantes: 3
-Dificultad: Media
-Duración: 5 horas
-Agua: En los riachuelos y chorreras de la zona de los Lagunillos - Laguna de las Yeguas - Borreguiles.

16 julio 2006

REFUGIO DE ELORRIETA
















REFUGIO DE ELORRIETA

Está visto y comprobado que cuando el calor aprieta en Granada, no hay nada mejor para sofocarlo que un buen recorrido por las altas cumbres de Sierra Nevada. Y pongo por testigo los 15º que hacían hoy domingo, 16 de julio día de la Virgen del Carmen, a las 8:15 horas cuando comenzamos esta ruta en la zona de los AlberguesHoya de la Mora a unos 2.500 m. de altitud, punto en donde dejamos estacionado el vehículo porque ya no te dejan subir más a cuatro ruedas y cuesta arriba con motores, para dirigirnos hacia el Refugio de Elorrieta, que a sus 3.197 m. es el más alto de España, debiendo su nombre a un antiguo Director General de Montes, D.Octavio Elorrieta. Refugio que fue construido entre los años 1931 y 1933 bajo un ambicioso proyecto (contaba con un grupo electrógeno para su iluminación, calefacción e instalación de agua), pero que a causa de la climatología (las fuertes ventiscas en invierno y los contrastes de temperaturas en verano), el paso del tiempo y la mano del hombre, que a su paso todo lo seca como el caballo de Atila, lo han dejado en el estado tan lamentable en que en la actualidad se encuentra. Constructivamente hablando consta de dos partes, una exterior abovedada y otra excavada en la roca en donde existen varias galerías.
Total que, una vez más echamos mano a las piernas para dirigirnos, como la ley del senderismo manda, a la pata suelta y con la vista puesta en el Veleta (con la mirada en ese corte de su cara norte que parece que podamos tocar con las manos) y con dirección por ahora SE. Continuamos por la vereda que va atravesando la carretera en varias ocasiones y tras dejar atrás el Mojón de Trigo (antiguo observatorio) y el Monumento a la Virgen de las Nieves, llegamos a un cruce de carreteras, en la zona llamada de Cauchiles. A nuestra izquierda subiríamos hacia el Veleta y a la derecha, que es la que nosotros tomamos, hacia la estación de esquí de Borreguiles.
Al poco de tomar esta carretera asfaltada, a nuestra izquierda sale una vereda bien marcada y que con dirección S.SE. y en un suave ascenso, ganando altura poco a poco, nos lleva, pasando primero por entre unas altas vallas de madera, hacia los remontes de dicha estación de Borreguiles.
Llegando a los primeros remontes, observamos un pequeño borreguil, es el nacimiento del río Monachil (unas escasas chorreras) y que corre piedras abajo, para una vez entubado, pasar por la Pista del Río y dirigirse hacia la Estación de Pradollano, en donde recogerá el tributo de la contaminación humana. Pero bueno, nosotros sólo pasábamos por allí y así lo saludamos como dándole ánimos de lo que se le avecinaba. Estamos situados en los inicios de la Loma de Dílar y la Loma de la Mojonera.
Con la vista puesta en el Collado de las Yeguas (a la izquierda del blanco Observatorio y por detrás de las últimas altas vallas de madera), nos dirigimos hacia él, procurando si fuese en invierno no entorpecernos con los esquiadores (por la cuenta que nos/les trae) y cruzamos las pistas diagonalmente, entre cañones de innivación artificial y por debajo de algunos telesillas que hoy ya vemos que estaban funcionando para acercar a la gente hasta las nubes más altas.
Desde este punto, el del Collado de las Yeguas, y en el que hemos invertido una hora aproximadamente desde el inicio hasta su encuentro, tomamos una ancha pista, que comienza con un suave descenso, y que en un cuarto de hora aproximadamente nos conduce directamente a la Laguna de las Yeguas, donde la mano del hombre la ha convertido más bien en un embalse para su propio uso y ejemplo de lo que no habría que hacer nunca con la naturaleza (como disparándole a bocajarro me refiero). Pero hoy estaba más limpia de desperdicios que la última vez que la visitamos, allá por el 21 de mayo, que también hay que decirlo por si algún responsable nos estuviera escuchando. Antes de llegar a la Laguna de las Yeguas, cruzamos primero las Pistas de la "Trucha" y "Borreguiles" y una chorrera de aguas cristalinas: es el nacimiento del río Dílar.
Seguidamente y ya en dicha Laguna, tras tomar aliento, un sorbo de agua, algo de avituallamiento energético y esas instantáneas obligadas, con dirección Sur subimos por una empinada vereda, que discurre entre cascajales, para llegar, tras otros quince minutos, a los Lagunillos de la Virgen, en donde sus cristalinas aguas hoy reflejaban hasta los altos Tajos de la Virgen (cuentan que en estos Tajos se le apareció la Virgen de las Nieves el 5 de agosto de 1717 al beneficiado de Válor y a su criado). Estos tajos están situados en pleno Circo del Dílar, sobre los restos de un antiguo y grandioso glaciar, observándose aquí un ejemplar del característico paisaje morrénico.
Dejamos los Lagunillos a nuestra izquierda para atacar por una marcada vereda que, tras un continuo zigzagueo y salvando en un cierto punto algunas gruesas rocas desprendidas de dichos Tajos, en la zona conocida como cascajar del Fraile de Capileira, llamado así porque su silueta se puede ver desde esta localidad alpujarreña, nos deja en el Refugio de Elorrieta, tras una hora de marcha desde los Lagunillos de la Virgen, y que está situado en los Tajos del Nevero, al inicio de la Loma de Cáñar. Refugio que fue destrozado durante la Guerra Civil española y reconstruido por la FEM a la que fue cedido y que, por cierto, no tiene ni esa mínima mano de conservación necesaria para su normal funcionamiento. Pero bueno, ahora ve y busca al responsable directo y lo convences de que habría que darle, como mínimo, unas cinco mil manos de pintura; una por fuera y el resto por dentro. Porque si le hablamos de Ferrovial, de obras, de devolverle lo que los vándalos le arrancaron (porque esa es otra, que después nos quejamos...)
Pero si apartamos los ojos del refugio, desde esta cota de los tres miles, las vistas son espectaculares. Abajo a la derecha, podemos observar la cabecera del Valle de Lanjarón con la laguna de su mismo nombre en sus comienzos, más allá la de Bolaños y al fondo Laguna Cuadrada, todas ellas proveedoras del río Lanjarón. También destacan las altas cumbres del Tozal del Cartujo (3.152 m.) y Tajos Altos (sobre los 3.100 m.); al fondo el Cerro del Caballo (3.005 m.); de frente tenemos los Tajos de los Machos, una magnífica instantánea y como vista panorámica también de Loma Púa y los Prados de Teatino. Si giramos la vista hacia la izquierda, nos encontramos con el majestuoso Mulhacén (con sus 3.482 m.) y la cumbre del Veleta (3.394 m.) como recién levantados y entre ellos el Puntal de Vacares, poniéndose de puntillas y como queriendo asomar la cabeza.
La verdad es que Sierra Nevada sin su blanca perla es diferente (a la nieve me refiero), pero por ello no deja de ser menos hermosa. Su majestuosidad permanece y ese piropo es lo que nos renueva para atacarla una y mil veces; y subir y subir para rendirle esos honores que se merece.
En cuanto a la fauna, pues avistamos de nuevo otro grupo de cabras montesas; y a la flora, como siempre destacando y en primera persona la Estrella de las Nieves, y esa zona de borreguiles en los Lagunillos de la Virgen en donde la floración estaba por todas partes.
El regreso lo podemos hacer por el mismo camino que nos trajo (que es el que nosotros tomamos), o a través de la arista de los Tajos de la Virgen para dirigirnos hasta el Refugio de la Carihuela o "Cilindro"y de aquí a los Albergues; aunque hay que decir que esta variante es un poco más dificultosa porque en algunos tramos hay que echar mano incluso a los dedos. Y no digamos en invierno por la dificultad añadida de la nieve y el hielo, a los que hay que tenerles ese respeto que se merecen, por poner ese otro ejemplo de que la naturaleza es tan generosa como acreedora. Pero siempre disfrutándola, desde los pies a cabeza que de eso se trata. Y si no, véanse esos 19º que teníamos sobre las 13:30 horas a nuestro regreso a los Albergues, donde nos tomamos una cerveza tan fría como rubia y que nos supo a gloria celeste; aquí ya, con los pies en la tierra. Y para que se sepa, que fue sólo una y a medias, que los quita-puntos gallina blanca están que vuelan.
Como siempre dejo algunas fotos para el recuerdo y por si alguien quiere seguir estos humildes pasos. Y por si le sirven de algo… pues que nos tomamos unas birras en algún encontronazo y la deuda quedará saldada de inmediato.

-Itinerario: Granada, Km.35,5 de la Carretera de Sierra Nevada en vehículo. Albergues, Virgen de las Nieves, Cauchiles, Borreguiles, Laguna de las Yeguas, Lagunillos de la Virgen, Refugio de Elorrieta.
-Número de participantes: 2
-Dificultad: Media/Baja
-Duración: Subida 2 h. 30' - regreso por el mismo itinerario: 2 h. 15'
-Agua: En los riachuelos y chorreras.

03 julio 2006

TRAVESÍA CON VIVAQUEO: JÉREZ DEL MARQUESADO - TREVÉLEZ












































TRAVESÍA CON VIVAQUEO: JÉREZ DEL MARQUESADO - TREVÉLEZ
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Podría decirse que gracias al destino hemos podido realizar esta magnífica travesía desde Jérez del Marquesado hasta Trevélez, incorporándonos a la Peña de la Chancla Veloz. Contacto que hicimos a través de mi primo Antonio y porque ya tocaba, ya tocaba apretar las piernas y dormir al raso bajo las estrellas, acá por Sierra Nevada.
Pues arreando, que es gerundio y que la ilusión se enfriaba. Sobre la ocasión nos pusimos en contacto y quedamos para conocernos y comentar el itinerario. La cosa resultaba y resultó tanto que no pudimos negarnos a la invitación y apertura de brazos y a la evidencia de que aquello prometía lo más grato. Total, que nos incorporaron brindando por esa entrada a su Peña y nosotros sin pensárnoslo quedamos para ésta, su IV Travesía, y que este año les tocaba la que comento a continuación para disfrute de la memoria y sosiego de los pasos. Y hasta la próxima quedamos, según consta en acta.
Salimos 18 componentes, todos “debidamente uniformados” y gracias al esponsor patrocinador (una oreja para ese Juanma y otra para los guías) el sábado día 1 de julio a las 8:15 horas en microbús desde Granada, fletado para la ocasión con dirección a Jérez del Marquesado, con dos paradas previas sobre el itinerario. La primera como estreno del quita puntos gallina blanca que casi le cuesta al conductor porque nos paró la Guardia Civil de carretera por ir demasiado despacio (si es que el microbús no podía con las mochilas ni con tanta ilusión de cara). Y la segunda para tomarnos en Diezma ese pedazo desayuno a lo grande. De aquí todo seguido hasta Jérez del Marquesado y un poco de labia para que el conductor se tirara el detalle de subirnos carril arriba hasta las inmediaciones del inicio de acometida hacia el Refugio de Postero Alto o Ballesteros.
Tras el apeadero correspondiente, la carga de mochillas al hombro, acopio de bastones, una de apriete y otra de afloje de correas y de piernas, la foto de rigor de la familia montañera para el recuerdo, pues que iniciamos la marcha desde el Área Recreativa la Tizná ( a 1.465 m.a.). Inicio desde aquí que se decidió en vez de subir por el cortafuegos que dejamos atrás y con dirección hacia el Refugio de Postero Alto. Así que, después de descender un poco más con el microbús, trabajo nos costó convencer al conductor, acá que nos dejó en esta zona recreativa ubicada el barranco de Alcázar, situado en la confluencia del río Verde y el arroyo del Sabinal, con la idea de, aunque habíamos perdido un poco de altura, atacar por esta densa masa de pinares, con su sombra correspondiente, y continuar arroyo arriba (el que después nos toparíamos de frente) hasta las inmediaciones del Puerto de Trevélez, al que dejaríamos a nuestra izquierda. Pasando primero las de Caín, claro, bajo ese esfuerzo que nos mueve y promueve, pero que como bien dice nuestro sabio refranero, “sarna con gusto no pica” mientras yo le agrego... ¡Agárrate a la vereda que ahora es todo cuesta arriba!
Durante la ascensión, que sería el plato fuerte del día (sobre unas 7 ½ horas y sobre una cota máxima de unos 3.101 m.), vamos dejando atrás y a nuestra derecha las ruinas de la Casilla de los Rojos, la Piedra de los Ladrones y el barranco del Arroyo del Alhorí y siempre Jérez del Marquesado a nuestras espaldas.
Al llegar a una llanura, ya sobrepasado en poco el Puerto de Trevélez que dejamos a nuestra izquierda, el regalo para la vista que nos ofrece la naturaleza, desde esta cota de tres miles, es impresionante. A nuestra izquierda tenemos el Horcajo-Cerro Pelado con sus 3.182 m.; a nuestra derecha y al fondo, tan enormes como tan próximos, el Puntal de Vacares, La Alcazaba, El Mulhacén, y el Veleta. Ya con ese último respiro y de lo que se consigue tras el esfuerzo que le ponemos a lo que nos gusta, desde aquí, en fuerte descenso entre lajas y esas ganas en la llegada, hasta la Laguna de Juntillas (2.931 m.) donde pasaríamos la noche. Laguna de las más orientales de Sierra Nevada ( sin entrar en las del Puerto de Trevélez y Laguna Seca) y que destaca por sus vigorosos borreguiles, sobre todo en la zona de su cabecera, por donde recibe precisamente los principales aportes hídricos y en donde existen unas singulares plantas acuáticas con largos tallos y hojas muy filamentosas, y que podemos encontrar ya sumergidas o bien flotando; hablamos concretamente del "Esparganio" (Sparganium angustifolium Michx.) y que no se encuentra en ninguna otra laguna de Sierra Nevada, ni tan siquiera en el resto de humedales de alta ontaña de Andalucía; hallándose además al borde del peligro de extinción, en el llamado "peligro crítico - CR -" dentro de la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía; ya que su principal amenaza es la alteración del régimen de aguas y la eutrofización (enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema acuático) de los humedales en los que habita. Laguna de Juntillas además que, al poseer una cubeta poco sobreexcavada no es para nada profunda. Aunque eso sí, debido a su fondo limoso posee una excelente impermeabilización que hace que su emisario no desaparezca en casi toda la época estival. Existiendo, en sus inmediaciones, unos chancales, lagunillo y charca bautizados todos con el mismo nombre, el de Juntillas.
Noche que por cierto, no pegaron ojo ni las piedras, ya que se levantó un viento de ahí no te agarres que te tuerzo. Dicha laguna, como la mayoría de las de Sierra Nevada, es de origen glaciar y está en el inicio del río de igual nombre que más tarde se une con el río Culo de Perro para formar el río Trevélez.
Al día siguiente levantamos el campamento. Después del recuento: dos tiendas mal heridas, algunos esterillos volatilizados que hubo que recogerlos a un kilómetro y medio por lo menos de distancia, así como prendas de abrigo y algunos restos de otras que se hubieran podido quedar a formar parte de la “bío” del río Juntillas si no hubiésemos ido a su pesca. Pero bueno son cosas de la naturaleza que después uno se acuerda y recuerda tan gratamente cuando pasan. Y como lema, vaya el de las camisetas del tractor amarillo y que nos patrocinó casa Juanma: “Con lo a gusto que estaría en el sofá”. Pero nada a caminar que es más sano y aquí no hay mando a distancia.
Empezamos la caminata mañanera del día 2 de julio cuesta abajo ya como regalo y recompensa de lo agradable, por la margen izquierda del río Juntillas y como la ley de la gravedad manda. Eso sí, algunos tocaron suelo por el fuerte viento reinante (seguía corriendo las de los huracanes).
Al poco, a la altura del Puntal de Vacares, tomamos la acequia del mismo nombre y continuándola llegamos hasta el Cortijo de las Jesusas (el Cortijo de las Mimbres para los lugareños porque está rodeado de cuatro grandes mimbres) y desde donde podemos observar una bonita vista de la Alcazaba. Aquí teníamos prevista la acampada, almorzar y pasar la noche, pero la hierba de a metro (acicalada y apuntándonos a la cara), el agua, que bajaba por todas partes, lo desaconsejaron de inmediato. Así que para estos casos se echó mano una vez más a la improvisación, decidiéndose continuar barranco abajo hasta la confluencia del río Juntillas con el río del Puerto (zona conocida como el Horcajo) y en donde nos encontramos con los restos de unos antiguos cortijos con su correspondiente era, para seguir después curso abajo del río Trévelez (llamado ya así, a partir de la unión de los dos anteriores) y buscar una buena zona para el almuerzo y libre de aguas. Pero cuanta agua... Cuanta agua, que hay por esta zona de la Alpujarra!
Tras el almuerzo, y una buena siesta continuamos la marcha. El primer sitio libre de humedades fue el nuestro para la acampada y ahí pudimos pasar la noche, durmiendo como Dios manda. Total que ya muy cerca de Trevélez (a unas dos horas aproximadamente) y a la margen derecha del río, decidimos instalar el campamento porque la tarde se acababa.
La noche, pues mejor que mejor, para todos. Ya no corría viento y los chistes, los té con sabor a Martini, las sopas “instant” y algún que otro preparado e invento casero cayeron como moscas a nuestro encuentro. Las mochilas lo primero, había que dejarlas vacías como fuera. El peso aún se medía en kilogramos y había que aliviar la carga.
Al día siguiente, lunes 3 de julio, y con mis cuarenta y todos a las espaldas, tras la cantada de ese cumpleaños feliz, que me emocionó lo que nunca uno sabe hasta que no te llega ese cante, pues que levantamos el campamento y todos con la mente puesta en Trevélez. Bueno mejor dicho en esas cervezas de a jarra y que nos supieron como a balsa de naufrago. Pueblo que se consigue, no sin antes saborear con la vista, el oido y el olfato y a través de un magnífico sendero que discurre entre abundante y exuberante vegetación, desembocando en la zona conocida como Molino Altero. De aquí por un carril rojizo de tierra en diez minutos nos deja en el barrio medio, justo en la Plaza de la Iglesia de Trevélez.
Destacar tengo por último la flora más característica y que nos econtramos en esta travesía: la Estrella de las Nieves (Plantago nivalis), la Tiraña carnívora (Pinguicula nevadensis), la Siempreviva (Sempervivum minutum) a apunto de reventar en flor, la violeta (Viola crassiuscula) y el Té de Sierra Nevada (Satureja alpina), las orquídeas silvestres (Dactylorhiza elata), el tomillo en flor con ese color rosa (Thymus serpylloides y la dedalera (Digitalis purpurea), fueron nuestras compañeras durante toda la marcha. La fauna, pues unos hermosos ejemplares del Apolo de Sierra Nevada (Parnassius apollo nevadensis) haciendo manitas, otros de cabra montés que avisté al amanecer abrevando en la Laguna de Juntillas, un enorme jabalí barranco abajo de las Albardas, vacas por doquier como Pedro por su casa y un rebaño de ovejas a sus anchas.
Y lo dicho, que muchas gracias a todos: Pepe, Emiliano, Julio, Jose, Fernando, Juan Fran, Puri, Clara, Juanma, Juli, Rafa, Manolo, Maria Angeles y Monse, por esas horas, esas dos noches y tres días cargados de alegrías y carcajadas. De parte de mi primo Antonio y María Angeles, de mi mujer y mía ("los cuatro agregaos al gazpacho"), que hasta la próxima nos vemos. Y que me llaméis para cualquier otra o cosa que se os ocurra. O como si queréis hacer las cincuenta lagunas de Sierra Nevada en una hora y un día; que nos apuntamos a esa ducha. Todo sea por ponernos esas chanclas veloces de nuevo y volver para contarlo.
Como siempre aquí os dejo con este puñado de instantáneas como recuerdo y recuento del "por allí estuvimos y nos lo pasamos de miedo". Eso sí, sin punto final que valga (esperemos), y a medio camino de lo venidero. ¡ Un saludo y hasta la próxima!